El liberalismo es una doctrina que se basa en la defensa
de las iniciativas individuales y que busca limitar la intervención del Estado en la vida económica, social y
cultural.
Se trata de un sistema
filosófico y político que
promueve las libertades
civiles y que se opone al despotismo. La democracia
representativa y los principios republicanos se basan en las doctrinas
liberales.
Aunque suele hablarse del
liberalismo como un todo uniforme, es posible distinguir entre distintos tipos
de liberalismo. El liberalismo económico es el más difundido ya que
es defendido por las grandes corporaciones y los grupos económicos más fuertes.
Se basa en limitar la intromisión estatal en las
relaciones comerciales, promulgando la reducción de los impuestos y eliminando
las regulaciones.
El liberalismo económico cree que, al no
intervenir el Estado,
se garantiza la igualdad de condiciones y se establece un mercado de
competencia perfecta. La falta de intervención del Estado, sin embargo, no
permite la ayuda social (se cancelan los subsidios, por ejemplo).
El liberalismo social, por su parte, defiende la libertad en las
conductas privadas de los individuos y en sus relaciones sociales. La
legalización del consumo de drogas está avalada por el liberalismo social.
El liberalismo político, por último, entrega el poder a los
ciudadanos, quienes eligen a sus representantes de manera libre y soberana. Los
funcionarios estatales,
por lo tanto, son elegidos por el poder popular de la democracia.
Cada una de estas doctrinas del liberalismo, por supuesto,
cuenta con variantes y defensores más o menos acérrimos de las libertades promovidas.
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